domingo, 6 de noviembre de 2011

Carta a Colomba

Quizás sea bueno que partas sabiendo que en algún momento te sentí muy presente.
Fui padre a los veintidós años, más de alguno de mis amigos me hizo ver que aquello era sinónimo de hipotecar mi juventud, pero casi veinte años después cuando veo a algunos de ellos empujando un coche de bebes me pregunto si no fueron ellos los que hipotecaron su adultez.
Desde que descubrí mi pasión por viajar, por fotografiar, por conocer, mi temprana paternidad me pareció una bendición ante la seductora idea de en la medianía de los cuarenta tener ya a un hijo adulto, eventualmente independiente, situación que me entregaría la envidiable posibilidad de vivir únicamente para mis sueños.
Pero los sueños cambian. Cambian porque la vida cambia, porque hay gente que se cruza en tu camino y otra que sale de él.
Habrán sido ciertas crisis existenciales que me atacaron desprevenido a los treinta y algo, las mismas que me llevaron a escribir, las mismas que me obligaron a buscar un trabajo en el que realmente me sintiera feliz con lo que hago, o habrá sido el ver como mi hijo se convierte en un hombre con sus propios sueños, sus propias ideas y sus propios rumbos, cada vez más independiente de mis consejos, cada vez necesitándome menos, que poco a poco empecé a pensar en tu existencia.
“La vida te da sorpresas…”
En algún momento alguien se cruzo en mi vida, nuestros caminos iban en sendas contrarias, pero poco a poco empezamos a tranzar, a ceder voluntariamente, poco a poco le transmití mis sueños y ella me legó los suyos, y así poco a poco tú comenzaste a surgir, desde las más profundas sombras a la luz más clara.
Primero era un juego, era parte de la típica pregunta con la que quieres conocer los planes del otro: ¿has pensado en tener otro hijo?, al principio él no era rotundo de ambas partes, de a poco se fue trasformando en un quizás, para finalizar en un total y absoluto sí.
Fue en ese momento que apareció tu imagen, tus cabellos rubios y tez blanca como es propia de mi familia, tus ojos color miel y nariz recta como es propio de la familia de ella. De a poco apareció la ternura de cargarte en brazos, de a poco apareció la firme decisión de enfrentar desvelos, de cambiar pañales, de llamar a un médico a medianoche. De a poco apareció la elección de cambiar los planes del futuro soñado. De a poco apareció tu nombre… Colomba.
“Sorpresas te da la vida…”
Pero los cuentos de hadas no siempre terminan con un final feliz, más allá de las razones, más allá de quien tuvo la culpa (la que usualmente siempre es compartida), sencillamente llegó el momento de decir se acabó, y por mi parte sabía que esa adiós no era sólo despedirse de alguien a quien por un momento pensaste entregar la vida sino también era decirte adiós a ti…

Han pasado los días, semanas, incluso meses y créeme que ya no hay ni dolores ni rencores, tampoco angustia o melancolía, definiría mi estado actual como de serena y perfecta tranquilidad.
Ya no pienso en ella, pero en ocasiones cuando veo a una pequeña jugando en el prado me pregunto más con curiosidad que con nostalgia “¿y si la Colomba hubiera sido así?”.
Quizás ella decida hacer que tu imagen soñada tome cuerpo, pero obviamente ya no tendrás el cabello rubio y la tez blanca de mis genes.
En cuanto a mí, volví a llenar mi vida de trabajo y sueños, y aunque sé que no es bueno escupir al cielo creo haber descartado por completo una nueva paternidad; pero aquello no impide que de tanto en tanto busque encontrarte desde lejos en las pequeñas que llenan con su risa nuestras plazas, y así también de tanto en tanto evocar los recuerdos de aquello que no existió.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Leeré con más calma la entrada. Me llevo tu reflexión en esta mañana dominical a punto de embarcar en La Esmeralda para su arribo a Valparaíso.
Emotiva entrada. Emotiva.
Un abrazo

Rembrandt dijo...

Luis,
que puedo decir de esta entrada, sino que me has colmado el corazón de ternura, que bella carta!!!
Cuando terminé de leer sentí que alguien que "dice" de esta manera no puede haber descartado nada ... todavía.

Besos amigo mío y todo lo mejor para vos.
REM


PD: Que bueno que te haya gustado Kawabata y en especial que su lectura te haya dejado cosas.

Belén dijo...

Qué bonito, de lo mejor que te he leído, se nota que está escrito desde dentro...

Besicos

JOAQUIN DOLDAN dijo...

muy tierno e intenso

mabel casas dijo...

amigo Luis:

escrito con el corazón, con el alma de escribiente, con tinta y sangre en las venas
realidad y evocación, suelen llenarnos algunos momentos de mariposas los ojos con lo que pudiera haber sido
lo bello es haberlo vivido al sueño, a la pertenencia de buscarle nombre,
a la presencia de una ternura
y haberlo escrito para regalarle al lector algunos retazos de vida, madurando el pensamiento y gozando lo caminado

gracias por compartirlo y dejar un grato sabor al leerlo

nunca digas nunca
cariños