lunes, 16 de enero de 2012

Paisajes Privados

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de tomar algunas fotografías en el campus de una prestigiosa universidad nacional. Entre muchas otras cosas me llamó la atención sus hermosas áreas verdes y el cuidado trabajo de paisajismo hecho en el lugar; y es que a simple vista se nota que los administradores del lugar tienen más que claro que para el adecuado desarrollo académico no basta con salones de estudio, laboratorios y bibliotecas sino también un entorno adecuado.
Al caminar entre esos prados y lagunas no podía dejar de pensar en lo “civilizada” que era dicha comunidad de estudiantes, pero la verdadera razón de tan cuidado paisaje la descubrí avanzada la tarde cuando un verdadero ejército de jardineros y aseadores literalmente invadió el lugar.
Al día siguiente visité los Saltos del Laja, la más conocida cascada de nuestro país, un lugar profundamente ligado a mis recuerdos de infancia porque mis padres solían veranear en sus cercanías así que puedo decir que es un sitio que conozco como la palma de mi mano o al menos eso creía.
Mientras deambulaba entre los puestos de suvenires propios de todo destino turístico encontré una fotografía con una vista aérea del lugar y por un momento quedé casi petrificado al descubrir que la cascada era en realidad un conjunto de saltos que se sucedían entre los bosques. Inmediatamente comencé a averiguar cómo podía acceder a las demás caídas de agua y ahí mi sorpresa se transformó en indignación cuando me enteré que los saltos menores, por lo demás bastante más bellos que el principal, solo podías ser vistos desde un terreno privado propiedad de un complejo hotelero.
¿Cómo es posible que alguien se adueñe de nuestro patrimonio visual? ¿Cómo puede ser que el acceso a ciertas bellezas naturales sea condicionado por el poder adquisitivo de cada cual?
Estos y muchos otros indignados cuestionamientos pasaron por mi mente en los instantes siguientes hasta que al acercarme al borde de los Saltos de “acceso público” vi esa rivera llena de latas de cervezas, huesos de pollo y papel higiénico.
Definitivamente en aquellos sitios donde no se puede contar con un ejército de aseadores tan solo la lejanía, como en el caso de los Parques Nacionales, o los cobros excluyentes parecen poder mantenerlos a salvo de nosotros mismos.
Lamentable pero cierto.

2 comentarios:

Belén dijo...

En España tenemos el Pirineo... y la verdad es que da pena ver tantas grúas de construcción estropeando el paisaje...

Besicos

mabel casas dijo...

una cuestión, de discriminación , elites cultura, educación, me da esta lectura
las personas que no tienen acceso a los lugares privados, se sienten deshechos y eso es lo que dejan como testimonio que algo está mal y algo falta para sus vidas...
cariños Luis(la foto pura belleza, amo las hortencias y el agua)