domingo, 29 de julio de 2012

Night Life


Hay quienes dicen que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, ciertas feministas dirán que en realidad ese título les corresponde a los proxenetas. Lo cierto es que desde las vírgenes vestales de la Roma antigua, pasando por las cortesanas del Medievo, los cabarets parisinos de la Belle Epoque, y hasta nuestros días no hay urbe en el mundo que no haya tenido un célebre barrio rojo.
La famosa bohemia, e incluso la actividad intelectual, de ciudades como París, San Francisco, Lisboa, Buenos Aires o Valparaíso, tuvo su origen en la abundancia de casas de citas en donde época tras época se ha sucedido la imagen, propia de videoclip de Aerosmith, del tipo atormentado por su pasado, suerte de poeta maldito, que bebe su Jack Daniel mientras contempla el cadencioso baile de una mujer.
Algunos dirán que la existencia de estos lugares se debe tan solo a la interacción de dos fuerzas tan poderosas como son el sexo y el dinero. A simple vista así parece, pero quizás lo que realmente ha permitido que ciertas instituciones se mantengan a lo largo de la historia, y que se encuentren más vigentes que nunca hoy en día, es simplemente que quizás necesitamos de algún lugar donde se pueda comprar fantasía, seducción y algún sucedáneo de amor.

lunes, 23 de julio de 2012

Isabel


No debe ser fácil vivir en medio del altiplano a más de cuatro mil metros de altura por más que el cuerpo esté acostumbrado a la baja presión atmosférica. No debe ser fácil soportar diariamente casi cuarenta grados de variación térmica entre los diez grados bajo cero de la madrugada y los treinta grados del mediodía, y me parece que no hay cuerpo que logre acostumbrarse bien a ello. Tampoco debe ser fácil vivir en compañía de unas cuantas llamas y sabiendo que en caso de cualquier emergencia el centro de atención médica, o incluso el almacén más cercano, se encuentra a varias horas de camino.
No debe ser fácil vivir en un caserío como Machuca, pero por alguna razón Isabel decidió permanecer allí. Y es que quizás lo realmente difícil es abandonar la tierra que te vio nacer, en especial para una licanantay (gente de la tierra). Y quizás es preferible pasar cada tarde conversando con las cuatro personas con las que comparte su caserío que vivir en medio de una moderna urbe sin conocer a ninguna de las personas que se dicen sus vecinos. Y quizás es mejor autoabastecerse de la humilde huerta y de lo que le entregan sus animales que vivir preocupada de algo tan inentendible para ella como es la inflación del precio de los alimentos.
Para ella los días transcurren simples y perfectos. Avivar el fuego por la mañana, disponer en su puesto sus artesanías, esperar la llegada de los gringos que cada día pasan por Machuca a su regreso de los geysers del Tatio, comerciar sus creaciones y por la tarde tejer nuevos gorros y mantas mientras comparte un mate de coca de con sus vecinos.
Frente a las cámaras las reglas son claras: solo la pueden fotografiar aquellos que hayan comprado algo en su puesto y a mí el trato me parece justo, de esa forma ella vendió uno de sus sombreros de lana de llama, yo tengo un recuerdo para obsequiar a mi hijo y ustedes pueden conocer a Isabel.

sábado, 21 de julio de 2012

Atardeceres Nerudianos (Republicación del 10/07/09)


Fácil de describir, sencillamente un hermoso atardecer estival en la Roca Oceánica, santuario de la naturaleza y refugio de enamorados a medio camino entre los balnearios de Reñaca y Concón en el litoral central de Chile. La silueta de la derecha, también fácil, una gaviota; la de la izquierda un poco más compleja: la bandera elegida para sí mismo por el poeta Pablo Neruda, dos círculos armilares con un pez en su interior en donde algunos creyeron ver algún animal místico y en donde el vate tan sólo veía un “pescado frito”.Neruda se ha convertido en una suerte de emblema del orgullo patrio para mis connacionales, mencionado hasta el cansancio en cuanta ceremonia cultural se desarrolle y en toda suerte de conversación de corte intelectualoide, en especial si hay extranjeros presentes. No es que no se merezca ese sitial porque es suyo de sobra, pero no es menos cierto que la mayoría de los chilenos lo conocemos casi exclusivamente por frases como “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…” o “Me gustas cuando callas porque estás como ausente…”.Gabriel García Márquez lo recordará como “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, y Harold Bloom dirá de él que “ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él”. Algunos lo recordarán por su grandeza realizando esfuerzos sobrehumanos para ofrecer asilo en nuestro suelo a los refugiados de la Guerra Civil española, tal vez como una forma de saldar la deuda de lo que no pudo hacer por su amigo García Lorca. También algunos lo recordarán por su pequeñez, permaneciendo como un padre completamente ausente para su única hija enferma de hidrocefalia al punto de ni siquiera asistir al funeral de esta.Pablo Neruda era sencillamente un ser humano, lleno de luces y sombras, certezas y contradicciones, pero por sobre todo un hombre continua y permanentemente enamorado, no de una mujer en particular como dan prueba sus tres matrimonios y numerosas amantes, sino que enamorado del estar enamorado.Más allá de cómo lo describan sus biografías y lo que los textos hablen de él, creo que lo justo es recordar a Neruda de la forma en la que él quiso ser recordado, tal como lo escribió en el verso que más tarde se convirtiera en su propio réquiem, el mismo que les comparto: un fragmento de “Pido Silencio”.
“Ahora me dejen tranquilo
Ahora se acostumbren sin mí.

Yo voy a cerrar los ojos
Y sólo quiero cinco cosas
Cinco raíces preferidas.
Una es el amor sin fin.

Lo segundo es ver el otoño.
No puedo ser sin que las hojas
Vuelen y vuelvan a la tierra.

Lo tercero es el grave invierno.
La lluvia que amé,
La caricia del fuego en el frío silvestre.
En cuarto lugar el verano
Redondo como una sandía.

La quinta cosas son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
No quiero dormir sin tus ojos,
No quiero ser sin que me mires,
Yo cambio la primavera
Por que tú me sigas mirando.
Amigos, eso es cuanto quiero,
Es casi nada y casi todo…”

Sencillamente hermoso,…

martes, 17 de julio de 2012

El Botero de Gatti


“Cuando tenga un millón, cuando seamos ricos 
Me compraré zapatos, te compraré un vestido 
Te llevaré al paseo donde pasan los gringos 
Y compraré una caja entera de cigarrillos. 


 Agua al agua, la lluvia sobre el río 
Agua al agua, la lluvia sobre el río. 


 Cuando tenga un millón descansaré el domingo 
A la deriva total que apuro tienen los ricos, 
Cuando tenga un millón, cuando seamos ricos, 
En la proa descalzo te quitaré el vestido.” 

Recuerdo que a mis trece o catorce años luego de arribar al liceo público donde estudié la secundario descubrí un mundo completamente distinto al que conocía en el colegio privado y clerical donde había pasado mis años de primaria. Conceptos como cesantía, injusticia social, pobreza y otros comenzaron a tomar cuerpo y empecé a conocer ejemplos concretos de ellos. También cambiaron mis gustos musicales, por cierto seguí escuchando el rock latino tan en boga en aquellos años, pero descubrí a Silvio, Milanes, Inti Illimani y entre todos ellos a Gatti. 
Una tarde escuchaba en mi radio AM el mítico programa dimensión latinoamericana de la radio Recreo cuando allí presentaron El Botero de Eduardo Gatti y creo que fue quizás la primera canción a la que presté atención a su letra. Por las siguientes horas no dejaba de darme vueltas en la cabeza la letra. Como desde la perspectiva de la pobreza un millón (en ese entonces unos U$ 10.000) parece una cifra capaz de cubrirlo todo; como el botero en su ternura solo quería acceder a cosas sencillas y comunes, pasear, dejar de comprar cigarrillos sueltos, descansar un día domingo; pero por sobre todo me llamó la atención el juego entre el segundo y último verso, ya teniendo zapatos y vestido se podían dar el lujo de no usarlos. 

Resulta curioso que a la vuelta de más de veinte años haya sido mi hijo el que también comenzó a descubrir la dulzura de la poesía en una canción de Gatti, en esta ocasión “Estrellas, Caballos, Centellas” , pero dicha canción da para otro post.

domingo, 8 de julio de 2012

Angus


Un día mientras Angus, el dios celta del amor, dormí vió en sus sueños a una joven bellísima de la que se enamoró perdidamente. El sueño se repitió una y otra vez hasta que el joven dios terminó enfermándose de amor.
Durante un año entero viajó junto a su padre por toda Irlanda biscando a la joven hasta que la encontró en un lago acompañado de otras ciento cuarenta y nueve doncellas. Allí supo que la muchacha se llamaba Caer, hija del rey Ethal.
Angus no dudo un segundo en pedir la mano de su amada al noble rey, pero este aceptó siempre y cuando el dios del amor regresara al lago el 1 de noviembre y reconociera a Caer de entre las otras muchachas al primer intento.
El 1 de noviembre Angus regresó al lago Boca de Dragón y allí descubrió que las ciento cincuenta doncellas se habían transformado en cisnes, pero sin dudarlo un segundo reconoció a Caer y transformándose a si mismo tambipen en cisne se acercó a cortejar a la mozuela quien en seguida correspondió su amor.
Ambos entonces volaron a Brug na Boinne, el palacio de Angus, entonando una melodía tan hermosa que sumió en un bello sueño de tres días a todos aquellos que la escucharon.

domingo, 1 de julio de 2012

Evanescencia


Supongo que siempre nos situamos al oriente de nuestros recuerdos. De esta forma cuando aún es temprano la luz nos obliga a apreciarlos con completa nitidez, pero conforme pasan las eternas horas comienzan a ser invadidos por las sombras hasta hacer imposible distinguir en ellos los más básicos detalles, y así el proceso continúa hasta que se funden en la oscuridad como el evanescente humo de un cigarrillo. 
Un día, hace algún tiempo, me desperté por la mañana y haciendo cálculos me di cuenta que los días de tu ausencia suman por largo mucho más que los días de tu compañía, y también me di cuenta que aquello hace rato no me importaba. 
Es extraño, sé que fui inmensamente feliz pero ahora no recuerdo las verdaderas causas de esa alegría, también sé que sufrí pero ahora no tengo claro cual fue la raíz de ese dolor, y así como el eterno debate sobre el huevo y la gallina ya se me confunde en el ocaso que fue lo que provocó todo. 
Alguna vez dije que te esperaría a la vuelta del camino pero creo mi amiga que esa será una promesa que no podré cumplir. 
Hace tiempo me despedí, hace menos tiempo te dije (sin que lo supieras) adiós. Suerte.