miércoles, 31 de julio de 2013

Viñas a Contraluz

La producción vitivinícola nacional es reconocida como una de las mejores del mundo y es una de las principales fuentes de ingresos del país tanto por exportaciones como por consumo interno. Todo lo anterior no es ninguna novedad, pero es interesante adentrarse en algunos mitos respecto a esta industria. 
Primero. El vino chileno no se vende más caro en el exterior. 
Suena contradictorio ya que la misma botella que en Chile encontramos en un supermercado a menos de U$ 10 en cualquier país vecino la encontramos al doble o triple de su valor y la razón es que más allá del margen aplicado por las distribuidoras la tasa impositiva del vino en nuestro país es sencillamente ridícula comparándolas con la tasa promedio aplicada por la comunidad internacional. En ese sentido reiteradas veces se han frenado los proyectos de ley que buscan elevarla. 
Segundo. El vino chileno nos es más barato que los importados. 
Todos los alcoholes importados se ven afectado por un fuertísimo impuesto de ingreso al país, de hecho y a la práctica casi el 50% del precio de un licor importado corresponde a impuestos. Obviamente hablamos de una medida proteccionista que no se condice con las políticas de un estado abierto al libre comercio. No digo que le bajemos pero si que igualemos la carga tributaria de los productos nacionales. En ese sentido usted imaginará que ha ocurrido con los proyectos de ley en esa dirección. 
Tercero. El vino es la verdadera puerta de entrada a las adicciones. 
En una época en donde discutimos sobre la opción de legalizar la marihuana y en donde el principal argumento en contrario es que se le considere la puerta de entrada a las drogas duras, absolutamente ningún diputado ha intentado restringir la publicidad y lugares de venta de vinos y cervezas que comprobadamente son la puerta de entrada al alcoholismo en especial en los sectores sociales más deposeídos. 
Cuarto. Los principales beneficiarios de la actividad vitivinícola no son los agricultores. 
La producción de vinos siempre ha sido un negocio latinfundista. Las mayores ganancias están en la comercialización, envasado y proceso productivo en sí. El cultivo de vides y la venta de la uva a los vinateros es la parte peor pagada del proceso. 

 Así que cuando un parlamentario legisla para no subir impuestos o no restringir la publicidad al mundo del vino no está pensando necesariamente en los ingresos del país o en los pequeños agricultores. Está pensando en otros intereses porque donde creen ustedes que se concentra la mayor parte de las inversiones agrícolas declaradas por nuestros congresistas? (imagínense las no declaradas).

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