domingo, 1 de febrero de 2015

Tebinquinche

Lo primero es recorrer los 1.500 kilómetros que van desde Santiago a Calama, la mayor parte de ellos atravesando el desierto de Atacama, el más árido en todo el mundo. 
Calama es una ciudad que se originó en un campamento minero próximo al mineral de cobre Chuquicamata, y más allá de algunos edificios y centros comerciales no ha dejado de ser más que un campamento próximo a la frontera en donde se viven casi los mismos códigos y vicios del far west pero en versión siglo XXI. 
Luego hay que recorrer otros cien kilómetros en dirección a la cordillera hasta arribar a San Pedro de Atacama. Un pequeño pueblo de casas hechas de adobe en donde bulle la actividad turística y en donde por sus polvorientas calles deambulan visitantes de todas partes del mundo. Lo mismo lleva a que los costos de hospedaje y alimentos con el paso de los años se hayan vuelto cada vez más inalcanzables para el común de los mortales. 
Finalmente hay que recorrer otros veinticinco kilómetros internándose en el corazón del salar de Atacama hasta llegar a Laguna Tebinquinche, el resto queda al destino, a la voluntad de los dioses licanantay, porque si no hay viento podremos ver el magnífico reflejo del Licancabur en las aguas. Sea como sea ese atardecer vale la pena el esfuerzo.

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